Lima.- La inteligencia artificial ha permitido a los investigadores identificar 303 nuevos geoglifos en las pampas peruanas de Nazca, lo que duplica el número que hasta ahora se conocía de estas misteriosas figuras descubiertas por la arqueóloga María Reiche en la década de 1940.
La investigación fue desarrollada por el Instituto Nazca de la Universidad de Yamagata de Japón e IBM Research, que permitió analizar una vasta cantidad de datos de imágenes geoespaciales, con el objetivo de arrojar luz a uno de los mayores misterios de la arqueología americana.
Estos 303 nuevos geoglifos figurativos han sido hallados en seis meses y han permitido distinguir entre dos grandes tipos- unos gigantes de tipo lineal y otros más pequeños en relieve, que representan motivos relacionados a la actividad humana.
El misterio se desvela Las misteriosas líneas, que los arqueólogos llevan décadas intentando descifrar y a las que la sociedad trata de buscarle una explicación lógica o irracional, han comenzado a desvelar sus secretos gracias a esta investigación.
Los arqueólogos han podido conocer que las líneas gigantes, que representan predominantemente animales silvestres y están distribuidos a lo largo de una elaborada red de geoglifos lineales y trapezoidales, probablemente eran utilizadas para actividades rituales comunitarias.
Los pequeños geoglifos, que suelen incluir humanos y camélidos domesticados, están comúnmente situados a poca distancia de senderos serpenteantes y, según las nuevas teorías desarrolladas tras la investigación, fueron vistos por individuos o pequeños grupos.
Es decir, mientras que las grandes líneas tuvieron fines ceremoniales comunitarios, los geoglifos pequeños eran una suerte de “señales o marcadores” que se ven desde los senderos y comparten información sobre actividades humanas, principalmente relacionadas con animales domesticados y cabezas decapitadas.
Una técnica mejorada Para abrir una puerta que llevaba décadas cerrada, los investigadores de la Universidad de Yamagata se enfrentaron al reto de utilizar la inteligencia (IA) para descubrir geoglifos, pese a la cantidad limitada de datos de aprendizaje con los que contaba.
Para hacer frente a este desafío, IBM Research desarrolló un modelo de IA capaz de trabajar con unas pocas muestras de entrenamiento y, al mismo tiempo, con un gran rendimiento.
Este modelo fue capaz de identificar zonas con probables geoglifos, que los investigadores examinaron posteriormente para encontrar un candidato probable y, finalmente, identificar las nuevas figuras.
A esa investigación se suman las particulares características del desierto, cuya baja acidez en la tierra y benignas condiciones climáticas han permitido que el suelo cuidara las enigmáticas líneas, trazadas entre los primeros 500 años de nuestra era, mayoritariamente.
La cultura Nazca floreció en ese agreste desierto gracias a la construcción de grandes canales de agua que usaron para la agricultura, una obra considerada hoy como una hazaña de la ingeniería hidráulica.
Su organización política se basaba en una agrupación de señores locales que no contaban con un gobierno único ni capital y que se vinculaban entre sí por la religión y las costumbres.
Entre sus ceremonias más conocidas estaba el de las “cabezas trofeo”, que consistía en exhibir los cráneos de los guerreros enemigos, conservados de forma especial para la ocasión.
El futuro de la investigación La investigación ha permitido también analizar los motivos de los dibujos y su distribución espacial en toda Nazca. Esto abre nuevas ventanas para los arqueólogos, puesto que la inteligencia artificial ha permitido identificar 968 posibles nuevos geoglifos.
Por el resultado del que dispone el equipo de la universidad japonesa, creen que “hay más de 1.000 geoglifos de tipo relieve distribuidos a lo largo de más de 100 senderos en las pampas” de Nazca.
Como recuerdan en sus estudios, las civilizaciones andinas no tenían un lenguaje escrito, por lo que “hay muchos casos en los que se incorporaba información socialmente importante a través de la combinación de imágenes dibujadas en cerámica, paredes o telas».
Por tanto, esos 1.000 geoglifos que esperan bajo la tierra, guardan todavía información clave para conocer la sociedad Nazca.